lunes, 10 de octubre de 2011

Ya no creo en el amor.

Y es así, sólo trato de sobrevivir, evitando que se rompa el último hilo del que cuelga mi corazón. ¿El problema? que no creo en el amor... Creí en él como creí en los Reyes Magos, pero igual que me bastó ver a mis padres colocando los regalos en el salón para dejar de creer en ellos también me han bastado cien caídas y cincuenta golpes para dejar de creer en el amor. No me creo ese cuento de que para alguien yo sea el mundo o que sólo sueñe con tenerme y cuidarme sin más interés que el de hacerme feliz, no me lo creo.. No creo en los sentimientos permanentes ni en las historias en las que se acaba comiendo perdices. De hecho creo que, en el caso de que de verdad exista, el amor no es un sentimiento sino más bien una enfermedad de esas raras que le dá a uno de cada mil y cuyos síntomas se pueden confundir con los de un simple "pasatiempo".

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